Las programaciones de la televisión se clasifican en función de diversos factores: audiencias, temas, estilos... Son generalistas las programaciones que intentan combinar todo tipo de contenidos y géneros, con vistas a servir a audiencias amplias (lo que se suele llamar el espectador medio. Son especializadas cuando, en cambio, buscan dirigirse a un público concreto (infantil, mujeres, jóvenes...) o seleccionan específicamente sus temas (deportivos, musicales, educativos, cinematográficos...).
Hasta los años ochenta, la programación de tipo generalista constituía el modelo dominante de la mayoría de emisoras y cadenas de televisión en el mundo.
Pero la aparición de nuevos canales -especialmente a través del satélite de difusión directa y el cable- ha dado lugar a una creciente especialización y temática de las cadenas. Estas han buscado, así, la segmentación y selección de su público. En consecuencia, se han desarrollado emisoras altamente especializadas de información económica, cine clásico, historia, religión, información política, documentales...
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