A principios del siglo XVII se dieron ya las condiciones óptimas para que se sentaran las bases del periodismo. Se habían desarrollado los grandes correos europeos, que unían entre sí las grandes ciudades y permitían asegurar un flujo constante de noticias e informaciones.
En ese momento, las monarquías absolutas se apresuraron a poner bajo su tutela cualquier tipo de publicación periódica que pudiese aparecer y establecieron un modelo de periodismo oficial cuyo ejemplo fundamental es La Gazzete de France (1631), editada por Théophraste Renaudot, que sobrevivió hasta 1914. Publicaciones semejantes aparecieron en diversos países: La Gazeta de Madrid, The London Gazett y otros órganos como Le mercure, Le mercure galant, Mercure britannicus…
Sin embargo, la burguesía en sus constantes conflictos con el poder real y el religioso, utilizó muy a menudo el apoyo que le proporcionaba el periodismo entonces emergente.

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